martes, junio 06, 2006

Los cuatro que faltan.


Los otros cuatro axiomas no pertenecen a la lógica pero sí a la razón.

La deducción y la inducción nos sirven para el razonamiento, con ellas damos los pasos lógicos. La deducción va de lo general a lo particular, y por ello las conclusiones a que se llegue mediante deducción serán necesariamente verdaderas por que están implícitas en las premisas, (siempre y cuando estas sean verdaderas), tenemos el ejemplo de Micifú: los gatos son felinos, Micifú es un gato, luego Micifú es un felino. La inducción va de lo particular a lo general y por tanto las conclusiones que se obtengan serán verdades generales o probables, pero no necesarias, o, dicho de otro modo, verdades hasta que aparezca una excepción que las false. La inducción es, según se dice, la que aporta verdadero conocimiento pues, mediante ella, de la observación de la realidad, de algunos casos particulares, extraemos leyes universales. Pero de estás leyes volvemos a lo particular mediante deducción. De manera que ambas se complementan.

Sobre la percepción ya dije algo en anteriores entradas. Tomo mis percepciones como hechos, lo que percibo lo percibo. Y hablo únicamente de mis percepciones y no de la realidad que haya tras ellas.

La parsimonia se define así: “Entre dos teorías que expliquen los mismos hechos, se considera correcta la que introduzca menos complejidad en el sistema considerado”.
Es equivalente a la navaja de Occam (no multipliques objetos sin necesidad), principio escéptico (si no hay razones para creer algo, no lo creas) y preponderancia de la negación (la ausencia de prueba sí es prueba de ausencia), son diferentes maneras de enunciar un mismo principio.

La parsimonia es el axioma por el que negamos la existencia de los pitufos, de Superman o de Dios, o por el que descartamos que las formas de las nubes son un código cifrado mediante el cual los espíritus intentan comunicarse con nosotros, o cualquier otra explicación fantástica que se nos ocurra para cualquier hecho. No usar este principio nos conduciría a dudar de cualquier teoría que a alguien se le pueda ocurrir, pongo un ejemplo:

Tomemos el hecho de que la gente en general admitimos que dos y dos son cuatro. Veamos posibles explicaciones.

-Que dos y dos son cuatro.
-Que unos extraterrestres súper tecnológicos nos implantaron hace miles de años un gen indetectable por nosotros para que todos creyéramos (equivocadamente) que dos y dos son cuatro.

La segunda introduce más complejidad que la primera: la existencia de unos seres extraterrestres, los motivos por los que hicieron eso… Así que por parsimonia la descartamos y nos quedamos con la primera aunque no podamos demostrar (por otro medio que la misma parsimonia, claro está) que la segunda sea falsa. (Esto tiene que ver con el criterio de falsabilidad que trataré más adelante. Una teoría para la que no se puede imaginar un contexto en el que se demostrase falsa no es científica)

Un caso peculiar: Los agnósticos suelen usar la parsimonia con los pitufos y Superman pero por algún motivo extraño no lo hacen con Dios. Sin embargo es exactamente lo mismo. Y el motivo principal de que yo sea ateo.

2 Comments:

Blogger DaliaNegra said...

jaja, ¿quieres decir que, muy en el fondo, los agnósticos son creyentes que no han salido del armario?
Eso me recuerda algo que decía un amigo:muchos ateos tienen miedo a entrar en un cementerio de noche;)
Lo que sería mismamente la cosa vista desde otro ángulo ;)))

7/6/06 17:17  
Blogger Esscarolo said...

Jeje, bueno, no, no quería decir eso, pero ya que lo comentas creo que, en general, los agnósticos son ateos en la práctica y que a poco que se lo pensasen se convertirían al ateismo, al menos algunos, los que usan la razón.
Es probable que tu amigo esté en lo cierto. La mayoría de ateos, aunque no creen en Dios (Dios con mayúsculas) sí creen en espíritus y tal, por ejemplo muchos chinos, así que no sería raro.
Pero como veo por dónde vas añadiré que tampoco sería raro que un ateo del tipo científico tenga miedo al cementerio de noche, la razón ayuda, desde luego, a disipar muchos miedos irracionales, pero la evolución biológica nos dota de miedos que ayudan a la supervivencia y que pueden influirnos muchísimo. En principio tampoco un creyente tendría por que tener miedo a los muertos, al menos si tiene la conciencia tranquila, y si es católico, ahora que el Papa ha dicho que no hay infierno, menos aún. Es un poco como si te asomas a una terraza muy alta con una barandilla finita de cristal, aunque sepas que es un vidrio especial más resistente que el acero es posible que tengas más vértigo que si hubiera un murete grueso y opaco. Son cosas de la naturaleza humana. :)

8/6/06 00:07  

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