domingo, septiembre 17, 2006

Curiosidades de la evolución (II)

Cangrejos Heike.



El 24 de abril de 1185 hubo en Japón una batalla naval, la de Dannoura, en la que muchos Samurais del clan Heike quedaron sepultados bajo las aguas. En esas aguas habita un tipo de cangrejo con un dibujo en su concha. En aquellos tiempos los dibujos eran variopintos, simplemente algunas manchas informes, imagino, pero actualmente presentan el aspecto perfecto de una cara de Samurai semejante a como suelen representarse en las pinturas japonesas.

¿Cómo ha sido posible este cambio? Por una suerte de evolución artificial. Los pescadores que cogían un cangrejo cuyo dibujo semejaba la cara de un samuraí pensaban que estaba habitado por un guerrero Heike y lo devolvían al mar, de modo que tener ese dibujo era una buena adaptación para el cangrejo, aumentaban sus probabilidades de sobrevivir a su depredador humano, con lo que dejaba sus genes más que otros cangrejos y había más descendientes con cara de cangrejo en sus conchas, hasta que proliferaron imponiéndose al resto de cangrejos con otros genes.

En la foto se ve el asombroso parecido.




Evolución de las alas de los insectos.

Hay una hipótesis muy curiosa acerca del origen de las alas de los insectos. Resulta que las larvas de unos insectos llamados plecópteras viven en corrientes de agua dulce hasta que salen a la orilla, y emergen de su piel, ya adultos. En ese momento es vital ir a toda pastilla a refugiarse en el río para evitar depredadores y luego remontarlo lo más deprisa posible para alcanzar su hábitat original.

¿Cómo lo hacen? se poyan en el agua aprovechando la tensión superficial y levantan las alas como si fueran las velas de una embarcación para que les empuje el viento.

Según parece estas alas se fueron formando a partir de las branquias de la larva que evolucionaron a protuberancias cada vez mayores y más capaces de recoger la fuerza del viento. Finalmente se formaron esas velas-alas. Y hoy es una hipótesis fuerte de que es el origen de las alas de todos los insectos.

Es frecuente en la evolución biológica que un órgano desarrollado con un uso, luego encuentra otro diferente.

Con las alas de las aves pudo ser así. Primero apareció el plumón con una función similar al pelo (proteger, abrigar) y luego se fue especializando en las extremidades para volar. Aunque en el caso de las aves lo más probables es que primero les sirviesen para dar grandes saltos de rama en rama planeando al estilo de las ardillas voladoras.

jueves, septiembre 07, 2006

Curiosidades de la evolución (1)

Evolución del ojo.

Un argumento de los defensores del diseño inteligente es el de la complejidad irreductible, y un típico ejemplo de esto es la evolución del ojo. Para formar un ojo humano, dadas sus complejas características, es imposible que cada una de sus partes fuera evolucionando por su cuenta hasta dar el resultado final en que todas se engranarían para producir el órgano completo. ¿de qué serviría medio ojo para ser una ventaja adaptativa en quién lo poseyera?

Dan Nilsson y Susan Pelger han estudiado su evolución de dos formas distintas. Una es secuenciar la evolución a través de ojos que existen en la actualidad, desde el más sencillo, unas pocas células fotosensibles como en algunos invertebrados simples, hasta el actual de los mamíferos y… el pulpo, una curiosa excepción.

Primero la piel donde están esas células se comba hacia adentro formando un hueco que luego se va cerrando hasta formar una esfera con sólo un agujero para la entrada de la luz, mientras las células sensibles se van agrupando en el fondo donde está la retina, y después los tejidos se transforman hasta dar formar el iris, etc.

El otro modo de estudiar la evolución es simulándola en el ordenador. Dejo que lo cuente Richard Dawkins:

"Nilsson y Pelger empezaron con una retina plana encima de una capa plana de pigmento y coronada de una capa protectora transparente y plana. La capa transparente tenía la capacidad de experimentar mutaciones aleatorias localizadas de su índice de refracción. Luego dejaron que el modelo se deformara aleatoriamente, limitado sólo por el requerimiento de que todo cambio debía ser pequeño y debía ser una mejora de lo que había antes.

Los resultados fueron rápidos y decisivos. Una trayectoria de continua mejora de la agudeza condujo directamente, mediante un ligero proceso de depresión, desde el comienzo plano hasta una oquedad cada vez más profunda, al irse deformando el modelo de ojo en la pantalla del ordenador. La capa transparente se hizo más gruesa para llenar la oquedad y combó ligeramente su superficie exterior en una curva. Y luego, casi como por arte de magia, una porción de este relleno transparente se condensó en una subregión local esférica de mayor índice de refracción. No uniformemente mayor, sino con un gradiente de índices de refracción tal que la región esférica funcionaba como una excelente lente de índice graduado.

Los fabricantes de lentes humanos no están familiarizados con las lentes de índice graduado, pero éstas son comunes en los ojos del mundo vivo. Los humanos hacen lentes puliendo el vidrio para que adquiera una forma particular. Hacemos lentes compuestas, como las caras lentes de color violeta de las cámaras modernas, montando varias lentes juntas; pero cada una de las lentes individuales está hecha de un vidrio de grosor uniforme. En contraste, una lente de índice graduado tiene un índice de refracción que varía gradualmente dentro de su propia sustancia. Normalmente tiene un índice de refracción alto cerca del centro de la lente. Los ojos de los peces tienen lentes de índice graduado. Hace tiempo que se sabe que, en una lente de índice graduado, los resultados menos sujetos a aberración se obtienen al alcanzar un valor teórico óptimo para la relación entre la longitud focal de la lente y su radio. Esta relación se conoce como coeficiente de Mattiessen. El modelo informático de Nilsson y Pelger se dirigió de manera infalible hacia el coeficiente de Mattiessen"

Curioso, ¿no?, pero además calcularon cuantas generaciones se necesitarían para producir ese ojo y el resultado, aún tomando los datos menos favorables es de cuatrocientas mil, menos de medio millón de años, un abrir y cerrar de ojos en tiempos geológicos.
HispaLab
HispaLab